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miércoles, 31 de marzo de 2010

Locura

Después de seis años de carrera en la universidad me decidí por la psiquiatría, no estaba segura, pero era lo que más me convencía de todo. La idea de ayudar a personas a volver al mundo real, me gustaba.
Gracias a mi expediente, todos los psiquiátricos del país querían contratarme, pero me decidí por dark lake, el psiquiátrico fundado por uno de los mejores médicos.
Llegué a aquel hospital, hablé con el director, estaba impresionado conmigo, por lo que decidió asignarme una paciente que para ellos era casi imposible, no habían logrado ningún progreso con ella.
Me enseñó todo el hospital, era muy grande, y me explicaba que le pasaba a cada paciente. Solo faltaba una zona de el hospital, las habitaciones de máxima seguridad. Tenían una puerta metálica, desde la que solo se podía ver el interior a través de una pequeña rendija con un cristal, y que tenía un cristal muy grande en una de las paredes que daba o otra habitación desde la que se podía observar el comportamiento de la paciente, además estaba bajo vigilancia de cámaras todo el día. Todas las habitaciones de máxima seguridad estaban vacías, excepto una.
Entramos en la habitación de al lado, desde la que se puede mirar a través del cristal. Al otro lado, una mujer, pelirroja, con la mirada en el suelo, el cuerpo rígido como una estatua, y sin moverse. Miré al doctor con cara de duda. Volví a mirar al cristal, pero esta vez la mujer ya no miraba al suelo, miraba al cristal, era como si supiese que estábamos allí.
-Asusta, verdad?
-eh... que...- todavía estaba sorprendido por lo que había visto.
-ingresó aquí con alucinaciones y un trastorno obsesivo compulsivo. Desde entonces siempre hace lo mismo. Por la mañana se levanta, se pone de pie y mira el suelo. Por la tarde levanta la cabeza y mira fijamente a este cristal y por la noche se acuesta y duerme.
Mire con cara extraña al doctor y pude observar en el un gesto de complicidad.
- se lo que te estás preguntando, como una mujer que ingresa por trastorno obsesivo compulsivo y por alucinaciones está en una celda de máxima seguridad. No está aquí por las razones por las que ingresó, está aquí por lo que hizo. Mató a su marido y a sus hijos, los despellejó, los quemó y guardó sus cenizas, le dijo a la policía que su marido se había escapado con los niños, y nadie sospechó de ella. En el momento en el que la descubrieron, sufrió un sock y quedó así.
Yo seguía con la boca abierta de la sorpresa que me había llevado por todo esto.
- esta será tu paciente.
Eso fue lo que más me sorprendió, que me dieran a mi una paciente a la que ellos consideraban como imposible y que además era peligrosa. Una parte de mi me decía que no aceptara.
-cuando puedo empezar?
-hoy mismo, si no tiene inconveniente.
Pasé dos semana en la habitación del cristal, observando el comportamiento de mi paciente y elaborando una terapia.
Un día me decidí a entrar. Me dirigí a la puerta, con dos de seguridad en la entrada, eso me tranquilizaba un poco, pero seguía muy nervioso. Traté de calmarme y entré.
Estaba mirando al suelo, ni siquiera se inmutó cuando entré.
-hola, me llamo thomas, pero me llaman tom. y tu como te llamas?
Silencio. No me sorprendió, ya sabía que no me respondería, y además ya sabía su nombre, un nombre que nunca olvidaré, Elisabeth Kent.
-ah, ya entiendo, tienes vergüenza porque no me conoces. No seas tímida, habla algo.
Sabía que no funcionaría. Justo en ese momento levantó la cabeza y me miró fijamente. Me moví lentamente hacía un lado. Ella seguí con la vista fija en el mismo punto. Decidí que era el momento de irme, no podía estar ni un momento más en esa celda, tenía miedo.
Salí de esa celda y me fuí a mi cuarto. No podía olvidar esa imagen, sus ojos mirándome fijamente. Entré en el baño y abrí el agua fría. Necesitaba una ducha de agua fría. Me metí en la bañera con ropa, estaba como es sock. Cerré la cortina, y me senté en la bañera. Me quedé quieto, sin decir ni una sola palabra más de media hora. Desperté de mi sock en el momento en el que escuché como se abría la puerta de mi cuarto. Me quedé quieto, como podía ser que se abriera, había fechado con llave, y nadie tenía una copia. Se abrió la puerta del baño, el miedo recorría mi cuerpo. Me decidí a descorrer la cortina. Estiré mi mano, y lentamente moví la cortina y asomé mi cabeza para ver lo que había al otro lado.
-e...e...elisa...beth.
-que le pasa doctor, tiene vergüenza?

domingo, 28 de marzo de 2010

Lo prometido es deuda

No hay ni una persona en el mundo que no haya deseado en algún momento volver atrás en el tiempo. Cuando somos pequeños deseamos que no nos castiguen por lo que hicimos; de adolescentes deseamos volver atrás en el tiempo para haber estudiado para un examen o simplemente por algo que hiciste mal, pero cuando te haces mayor, deseas arreglar todo lo que haces mal.
Yo deseé muchas veces no haber dicho lo que dije, pero luego me paro a pensar y digo, que hubiera pasado si no lo hubiera dicho, todo sería diferente, pero sería mejor o peor, no se puede saber. Pero nada puede ser peor que lo que me pasó a mi.

Era ya mi sexto mes de prácticas en el hospital. Estaba en la planta 4, cuidando a los señores mayores, la mayoría porque se cayeron y rompieron una cadera o un pie, luego están los enfermos terminales, nunca me gustaron esas habitaciones, siempre son tristes. Bueno, estuve cinco meses en esa planta, pero como veían que mi trabajo era muy bueno, decidieron pasarme a la planta 3, pediatría. Lo que más me gusta de esta planta es que aunque estéan muy enfermos, siempre tiene esa sonrisa en la cara, una cara llena de esperanza, esperanza por curarse. Pero no todos eran así.
Al poco tiempo de estar en esa planta, llegó un niño, lo llevaron a la habitación 333, la peor habitación de la planta y del hospital, no estaba en mal estado, pero siempre hacia mucho calor, en cualquier época del año. En invierno, cuando encendían la calefacción, te morías de calor, y en verano hacía mucha calor debido a que no tenía aire acondicionado.
Me asignaron esa habitación. Era una habitación individual. Recuerdo la primera vez que entré en esa habitación y vi al niño. Su cara, lo decía todo, no era como los demás niños, no tenía una sonrisa en su cara, todo lo que podías ver era el terror y el miedo en su cara. Terror, miedo, a qué, tal vez a la muerte. Era demasiado pequeño como para pensar en esas cosas, aunque tuvieran que operarlo de un tumor, no debería tener esa cara.
Estuve con él una semana, mientras le hacían pruebas para la operación. Yo le daba la morfina para aliviar su dolor, yo fui la que consiguió que sonriera una o dos veces.
Rápidamente llegó el día de la operación. Estaba en la recepción cuando llegó su madre pidiéndome que fuera un momento al lado de su hijo, que quería verme, decirme algo. Sin dudarlo ni un momento me levante y me fui hacía la habitación 333. No sabía porqué pero le había cogido un cariño especial a ese niño.
Todo estaba como en penumbra. Me senté en el sillón a su lado y me cogió de la mano.
-tengo miedo.
-porque?, no debes tener miedo. Muchas personas se hacen operaciones de este tipo y no les pasó nada.
-pero, y si a mi sí me pasa algo. Tengo miedo a morirme.
- no digas eso, nadie se va a morir. Todo va a ir bien.
-Me lo prometes?
No sabía que decir, que hacer, como le prometes a un niño que se tiene que operar de un tumor cerebral que todo va a salir bien si no crees realmente que todo va a ir bien.
-te lo prometo.
Ese fue uno de los errores más grandes de mi vida. Hagáis lo que hagáis con vuestras vidas, NUNCA, NUNCA, le digáis a un niño, prometo que todo va a salir bien, porque lo prometido es deuda, y las deudas se pagan...

sábado, 27 de marzo de 2010

conversaciones muertas parte 3

Sentí Sentí un escalofrío en mis piernas y mis brazos. Tanto se erizó el vello que me
dolió. ¿Cómo se podía calificar a una de “cielo” para luego decirle que no estabas sola en la habitación?.
YO - ¿Qué quieres decir? Me estás poniendo nerviosa.
ELLA - No puedo identificarle pero está detrás de ti
YO - Por favor para
ELLA - No se mueve casi, no te asustes, déjame observarle.
YO - Estoy asustada.
Ahora sí que lo estaba. Miraba la ventana. Oscuridad total. No me atrevía a girarme hacia atrás. ¿Y si veía algo que no quería ver? ¿Y si allí estaba mi amiga? ¡u otra persona! Eso aún era peor... comencé a notar un nudo en la garganta. Hubiera querido ser más valiente o más cobarde y llorar, pero estaba estancada en mi propia lucha para creer o no creer.
ELLA - ¿Notas frío a tu alrededor?
Su pregunta me llegó casi cuando estaba a punto de apagar el ordenador y encender la luz del techo para meterme rápidamente en la cama y olvidarme del tema.
YO - Estamos a más de 30 grados.- Le informé.
ELLA - Ok. Es que no consigo entrar en él.
YO - ¿¿¿EL??? ¿entrar??
ELLA - Se muestra como una estatua por eso no me deja descubrirle. No sé si es bueno o tiene malas intenciones. Sólo sé que está ahí, estático.
YO - Yo no veo a nadie... esto no me gusta.
ELLA - Ya te dije que no te asustarás, cielo. Además, yo estoy contigo.
YO - Sí, a miles de kilómetros de distancia.
Entonces lo noté. Una especie de roce helado, como si hubieran puesto una mano sobre mi brazo. En la zona donde la sentí el pelo de mi brazo se erizó. Completamente en alto. El resto de mi cuerpo no notó nada.
YO - ¡Está pasando algo!
ELLA - ¿Qué??
YO - He sentido un frío helado en mi brazo.
ELLA - Tranquilízate.
YO - Se me ha erizado el pelo, tengo una extraña sensación.
Comenzaba a ser pánico.
ELLA - Cielo, tranquila, hazme caso.
YO - Esto es muy raro
YO - Estoy asustada
YO - Necesito tranquilizarme, estoy.... joder!
YO - joder joder joder joder joder
ELLA - ¿Quieres dejar de escribir?
YO - joder joder joder joder joder
ELLA - Te va a dar una taquicardia, tranquilízate.
Y entonces noté un soplo frío en un mi cuello, como si me hubieran tirado el aliento.
YO - ¿Qué significa el frío del que me hablabas?
ELLA - El frío lo transmiten los muertos cuando se acercan, generalmente algo enfadados o...
YO - ¿OOOOOO??????????
ELLA - violentos
YO - ¿VIOLENTOS?????
YO - Joder ayúdame, qué hagooooooooo?????
ELLA - Tranquilízate, yo no lo he visto moverse.
YO - ¡Haz algo!
ELLA - Cielo ¿quieres tranquilizarte?
YO - ¡Hay alguien conmigo joder! Tengo un muerto tirándome su aliento en mi espalda, estoy acojonada estoy asustada estoy llorando
ELLA - Cielo.... ¿te importaría escucharme? Deja de escribir y lee esto
Hice un esfuerzo. Para mí escribir suponía no mirar atrás y leer palabras, ya fueran suyas o mías, sentirme menos sola en mi habitación.
ELLA - No hay nadie, cariño.
YO - Lo dices para tranquilizarme.
ELLA - NO HAY NADIE
YO - Está aquí, lo siento, lo presiento lo notooooooo
ELLA - Ok. Escúchame. Era broma.
YO - ¿Broma????
ELLA - Quería demostrarte que no existen los incrédulos, cálmate por favor. Yo no veo nada, es cierto que a veces tengo visiones premonitorias, como cuando han llamado a la puerta, pero no puedo obligarme a ver a nadie.
YO - pero yo siento algo
Esto último lo escribí con lágrimas en los ojos y más asustada que nunca.
Sus palabras no me tranquilizaban. Las lágrimas a veces me impedían leer bien pero me las quitaba restregándome en segundos los ojos o apretando los párpardos para que salieran disparadas y dejaran de molestarme.
ELLA - Voy a llamarte por teléfono.
Pocos segundos después sonaba el timbre del teléfono. ¿Había hecho ella misma una conferencia para convencerme de que no existían las videntes ahora que ya me lo había creído?. Fui a descolgar pero ocurrió algo que congeló mi mano en el aire.
ELLA - Cielo, no puedo llamarte sin desconectar esto. Sólo tengo una línea. ¿Puedo llamarte o prefieres que sigamos aquí?
Cuando ya tenía puesta la mano en el auricular ví su privado. ¿Cómo podía escribirme y llamarme a la vez? Miré el identificador de llamadas antes de descolgar. No había número, era anónimo. No era ella. Eso lo tenía claro después de haber visto el privado.
Respiré hondo y dudé entre contestar al privado o descolgar el teléfono. Me decidí por la llamada.
- Dígame.
- Tu amiga va a a morir mientras tú escuchas este mensaje.
Jamás había sentido tanto miedo y jamás en mi vida mi corazón había dado un vuelco tan grande ni mis piernas –aún sentada- me habían fallado con tal rapidez. Me hice de mantequilla. Comenzó a darme vueltas la habitación y luché por recuperar el aliento.
De pronto la línea se cortó y comenzó el molesto pitido de “comunicando”.
Solté el auricular como si me quemara en las manos.
Volví rápidamente al chat, al privado. Tecleé tan rápido que lo escribí todo mal.
YO - ?ESta`s ahí´?
YO - respondeeee!!!!

YO - responde por favvor!!!!
YO - ¿no me lees¿¿¿
YO - DI ALGOOOOOOOO
Histérica, cogí mi agenda y marqué su número de teléfono. Yo sí tenía dos líneas y
podía permitirme permanecer en internet mientras le llamaba. Conseguí comunicación
con el extranjero y esperé... esperé nerviosa, mordiéndome el labio, más agitada que
entera, más asustada que nunca... prácticamente bailaba en mi asiento.
Pero no contestaba.
Colgué furiosa pegándole tal golpe al auricular que pensé que me habría cargado el
teléfono. Volví al privado y traté de que mi amiga respondiera. No lo hacía. Al
final apareció un mensaje en mi privado. En su ventana.
ELLA - Ahora sí te veo. No tengas miedo. Sólo me quedaré un momento.
Sentí un escalofrío que me recorrió la espina dorsal. El chat me indicó que tras
escribir esa última frase, mi amiga había salido del chat. Ya no estaba allí. No se

había despedido de nadie, ni de mí, ni del resto de los miembros del chat. Había
desconectado.
Miré fijamente la pantalla que sólo se movía ahora en el chat general. Ni siquiera

sé de qué estaban hablando. Para mí todas las líneas no tenían significado, sólo
podía mirar su último comentario del privado. “Ahora sí te veo. No tengas miedo.
Sólo me quedaré un momento”.
Entonces lo entendí.
Comencé a llorar desesperada.
Mis manos corrieron a mis ojos y lloré sofocada, entendiendo que mi amiga había
muerto, que era yo la que había tenido el presentimiento y la premonición, y que
ahora ella estaba a mi lado. Esta extraña comprensión me hizo girarme y mirar mi
habitación vacía. No quería creer que no estuviera allí. No podía, no después de
todo....
Una caricia, tan suave que apenas era como un suspiro, acarició mi cabeza.
Transmitió tal cantidad de paz que lejos de asustarme me relajó. Mis lágrimas
continuaron cayendo por las mejillas. Ya no las secaba. Miraba al vacío sabiendo que
ella estaba frente a mí.
- ¿Qué te han hecho? . –Pregunté al aire.
- Pssss.
Respiré hondo al escuchar ese sonido. Era como cuando era pequeña, tenía miedo y mi
madre ponía su dedo en la boca y soplaba para que olvidara el tema y pensara en
cosas bonitas.
Ladeé triste la cabeza. La paz de su caricia no me abandonaba pero sabía que éste
sería nuestro primer y último encuentro sin el ordenador de por medio. Me tembló el
labio.
- Te echaré de menos.

En ese momento en el ordenador hubo un movimiento general. Se minimizó el chat, se
abrió solo un tratamiento de textos, y apareció una corta frase en una página en
blanco:

Y YO A TI.

martes, 23 de marzo de 2010

conversaciones muertas parte 2

En ese momento supe que ella sonreía desde su lado del monitor.
Internet es un sitio curioso. Estás en tu casa, en camiseta de tirantes
y pantalón corto, descalza y con el ventilador puesto cuando al otro
lado de la pantalla alguien te habla abrigado hasta el cuello, con un
par de calcetines y la estufa puesta porque tú estás disfrutando del
inminente verano y ellos aún están pasando el clima del invierno.


Mi amiga se había mostrado siempre amable, abierta, simpática y con un
buen sentido del humor. Se podía decir que coincidíamos en todo menos
en este tema. No nos gustaba el fútbol, adorábamos las comedias, nos
encantaba Oscar Wilde, ambas habíamos visitado Orlando, a las dos se
nos había muerto el padre... ¡eran tantas cosas las que nos acercaron y
nos hicieron grandes amigas!.


ELLA - ¿Cómo llevas el libro? –Preguntó de pronto.

YO - ¿Qué libro?


ELLA - El que tienes encima de la mesa... déjame ver... La fuerza bruta, de John

Steinbeck.


Miré a mi derecha con los ojos como platos. ¿Se lo había dicho? ¿Le
había dicho que lo había empezado o que iba a leerlo? ¿Le había dicho
que solía poner los libros en mi mesa porque me encantaba mirar una y
mil veces las portadas de los libros que me estaba leyendo?
Evidentemente, la respuesta debía ser sí.


YO - Acabo de empezarlo.


Lo escribí sin dejar notar nada sobre mi –todavía- sorpresa.


ELLA - Yo no lo he leído.

YO - Ya te diré qué me parece.


En el chat general el tema de conversación giraba en torno a las
lanchas motoras. No me pareció más interesante que mi conversación en
privado y me puse a pensar qué podía preguntarle para descubrirla o
rendirme a sus pies definitivamente. Pero habló ella.


ELLA - Alguien va a llamar a la puerta.

YO - Ah, pues ve, te espero.


ELLA - No. Es en tu casa.


Sonreí incrédula. Iba a poner una risa (jajajaja) cuando sonó el
timbre. Miré hacia la puerta de la habitación. Mis ojos volvieron a la
frase premonitoria de mi amiga.


YO - Ahora vengo.

ELLA - Ok.


Llegué hasta la puerta y miré por la mirilla. Un vendedor de alfombras.

- No me interesa. –Dije para no tener que abrir.

El chico dijo algo que sonó despectivo y se marchó a otro piso.

Volví al chat.


YO - ¿Cómo lo sabías? Era un vendedor de alfombras.

ELLA - Te he dicho que puedo verte.


Sopesé la posibilidad de que tuviera razón pero mi sensatez lo negaba una y otra vez. No había nacido yo para creérmelo todo, y menos aún aquello que escapaba a la lógica. Mi amiga no sólo estaba en su casa, sino que estaba en otro país y teníamos distinta franja horaria.

ELLA - ¿Sabes? Algo me dice que debo seguir mirándote. No te asustes pero...
YO - pero???????
ELLA - Es que no sabría explicártelo. Generalmente tengo visiones premonitorias, otras veces, como hoy, puedo provocar el verte. Aparecen
imágenes frente a mí y te veo, veo tu habitación, pero esto supone un gran esfuerzo. Me duele la cabeza.

YO - Ya, pero... ¿y el “pero” que decías?
ELLA - Es que no quiero asustarte pero presiento algo raro.
YO - Ahora sí que me estás asustando.

¡Pero qué poca firmeza tenía, por Dios! ¡Ahora estaba asustándome de verdad! Yo, la
incrédula, la que si no ve, no cree. Me sentía agitada. Quizás se debía a que eran
pasadas las diez de la noche ya, estaba sola en casa y la última persona que había
visto había sido un desconocido poco amable desde una mirilla. Al menos aún podía
escuchar el volumen alto de un televisor. Era mi vecina, una viejecita que estaba algo sorda.

YO -No sé pero... quizás deberíamos cambiar de tema.
YO - No es que me hayas convencido pero...
ELLA - :) No te preocupes, te entiendo. ¿Tengo tu permiso para seguir observando?
YO - Claro, pero que conste que no tengo tan claro que puedes verme. Mi sesera me impide creerte. :)

Miré de nuevo el chat para ver si surgía algún tema en el que pudiera involucrarme pero estaba parado. Había unos siete miembros en el chat y ninguno de ellos hablaba.
Todos estaban en privados. Miré la ventanita del privado de mi amiga. Iba a escribir algo cuando que ella se me había adelantado.
ELLA - Cielo, ahora te asustes pero, no estás sola.

viernes, 19 de marzo de 2010

conversaciones muertas parte 1

Un día me dijo que era vidente, y no es que no le creyera, pero me
muestro generalmente bastante incrédula respecto a estos temas. Lo que
no veo, no existe para mí. No digo que debiera haberle creído sólo
porque le estimaba ya que en mi opinión la amistad y la confianza son
muy importantes, pero simplemente hice un esfuerzo y le di el beneficio
de la duda. ¿Y si era yo la que estaba equivocada?. No volvimos a
hablar del tema hasta que un día volvió a aparecer en el chat donde
estábamos hablando y me envió un privado. Era una de esas ventanitas
que sólo podíamos ver ella y yo. Absolutamente privado.

ELLA - Hola, ¿seguimos el tema?
YO - ¡Vale! Pero no creo que puedas convencerme, ya sabes... me cuesta creer estas
cosas.
ELLA - No pretendo convencerte de nada, pero nací con ciertos dones y tampoco tengo
intención de ocultarlos al mundo.
YO - Eso debe estar bien.
En realidad no sabía qué decirle. ¿Estaba bien? En fin... poco podía decir yo al
respecto.
ELLA - Está bien, pero no siempre. Cuando tengo una visión acabo agotada.
YO - ¿Te supone un esfuerzo?
ELLA - Sí, bastante esfuerzo.
YO -¿Y por qué lo haces?
ELLA - No es algo que se elija, se nace con ello.
Hubo un silencio en el que ninguna de las dos parecía saber qué decir. Miré el canal
donde nos habíamos conocido siete meses atrás. Estaban hablando de las próximas
vacaciones de verano.
ELLA - ¿Sigues ahí?
YO - Sí, ¿no puedes verlo? .-Bromeé.
Entonces dijo algo que me asustó.
ELLA - Sí, puedo verte.
Tragué saliva y pensé, vaya, me está tomando el pelo y yo caigo como una tonta.
Sentí un escalofrío pero decidí presionarla.
YO - ¿Ah, sí? Pues dime... ¿con quién estoy?
ELLA - Sola
Bueno, eso podía haberlo comentado antes en el chat y que ella lo hubiese leído.
Decidí seguir con aquello como si se tratara de un juego.
YO - Dime algo que me sorprenda. Algo que veas en mi habitación.
ELLA - Veo que tienes algunas de las teclas de tu ordenador borradas. Tecleas rápido.
YO - Ya, pero eso puede pasarle a cualquiera. Las letras de los teclados se borran.
ELLA - Tú tienes borrada la A, la S, la L y la M.
Miré mi teclado más curiosa que horrorizada, pero de la curiosidad a la ansiedad
hubo tan sólo un instante. Ya no me hacía tanta gracia el juego. Mi condición de
incrédula, no obstante, me hizo ir más allá.
YO - Amiga... estoy segura de que casi todos tenemos las mismas letras borradas. Dime
algo que sorprenda de verdad.
ELLA - ¿Por qué quieres seguir con esto si no me crees?
Buena pregunta, pensé.
YO - Igual para conocerte un poquito más, o para experimentar algo que no haya
experimentado antes.

sábado, 13 de marzo de 2010

porque si....


Estaba mirando las noticias en la televisión. Muchos
heridos, asesinados o violados, lo de siempre. Ya casi era media noche. No soy
de quedarme tan tarde, pero esa noche mis padres salieron, y no iba a
desaprovechar esta oportunidad para darme un tiempo para mí. Soy hija única, 16
años, por lo tanto no debía de preocuparme por si mi hermanito o hermanita tenia sueño o hambre... No, solo estaba yo y
mi televisión. Ya cansada y exhausta me fui a acostar, y fue cuando lo vi.



En la ventana de mi dormitorio una sombra asomaba. Creí que podría
ser algún árbol o animal, pero después de mirar un buen rato esa penumbra el
sueño me gano y dormí profundamente. Cuando me desperté todavía era de noche,
pero me di cuenta que no estaba en mi cama, parecía mas una superficie plana de
piedra. Intente mover mis brazos y piernas, pero unas cadenas no me lo
permitieron. Cuando reaccione, me encontraba en un gran galpón, parecía
abandonado por las grietas y ventanas rotas. Comencé a sudar, mire para un
costado y vi una mesita con un cuchillo, dos estacas, una media bastante sucia
y una aguja de coser. Una lágrima caía sobre mi mejilla y un dedo grueso me la
detuvo. –No llores, que no te va a pasar nada.-me decía con una risa macabra. Agarro
la media sudorosa y me la metió en la boca, trataba de resistir, me toco la
mano y me dijo.-Si te resistís menos la tortura será mas blanda.- Y se reía.
Cogió la piedra y una de las estacas. Yo
rogaba que me dejara ir, con llanto y gemidos.-Ahora no se puede.- me dijo,
Siempre riendo. Y sin que me diera cuenta, clavo el palo en la rodilla derecha,
y con el martillo le daba. Yo gemía y lloraba más fuerte. Pensé que nunca iba a
acabar, hasta que me rompió el hueso. Quería morir, pero el torturador quería
mantenerme viva para hacerme sufrir más, y entonces me cicatrizo la gran herida,
ya que la pierna derecha me la había cortado.



Cuando sentí el fuego, chille tanto que la media se salió, y puede pedir auxilio, de una bofetada
me callaron. Lo escupí, y el tipo tan enojado, coloco nuevamente la media en mi
boca, dejo el martillo y agarro la aguja de coser.- Abre bien los ojos perra, sabrás
lo que es el dolor.- y así me la coloco en el ojo. Ojala que nunca sepan lo que
siento yo ahora. Es algo horrible, como si tres ladrillos te lo partieran en la
espalda. El muchacho, (muchacho, porque parecía de 18 años) dejándome la aguja
en el ojo, se saco los pantalones y los calzoncillos y empezó a abusar de mi. De una chica de 16 años,
sin la pierna derecha y con una aguja en el ojo. Luego de media
hora se decidió. Se vistió y me saco el alfiler. Cogió el cuchillo y
antes de hacer lo que iba a ser le pregunte con mi voz asustada, mojada por mis
lágrimas y sudor, - ¿Por qué?-. –Porque si.-Dijo. Y con el cuchillo, en mi
pecho, escribió. “Nunca más la dejen sola”, Y allí fue, cuando no sentí mas
dolor.

viernes, 5 de marzo de 2010

el juego de la muerte parte 5: FINAL


-¡Eres un cabrón! ¡Nunca hablaste de muerte, sólo de cortar dedos!

-Las reglas las pongo y las cambio yo...el tiempo pasaaaaa....

Sandra releyó el papel y empezó a pensar en voz alta.

-¿Qué tenemos? dos cuerdas, un mechero... Cada cuerda tardará una hora en quemarse por completo... y...un momento, un momento!!

Vamos a suponer que quemo la cuerda por la mitad y genero dos llamas que arden hacia los extremos. Imaginemos que hubiera quemado la cuerda, exactamente, por el punto en el que cada uno de los extremos tarda en arder media hora. Mmmm...no sirve, ¿cómo hallo el punto exacto? Pero...¿y si quemo la cuerda por ambos extremos? ¡Creo que ya lo tengo!, ¡sí!, ¡Ya lo tengo! Si enciendo la cuerda por los 2 extremos, las dos llamas se juntarán exactamente después de que haya transcurrido ¡media hora! Pero debo encender ambos extremos a la vez. Bueno...puedo doblar la cuerda. No hay problema. Y ahora, ¿Cómo mido el cuatro de hora restante?

Recapitulemos. Sabemos que si una cuerda que tarda una hora en quemarse la prendemos por ambos extremos, cuando las llamas se encuentren, habrá pasado media hora. Entonces, si tuviera una cuerda que tardara media hora en quemarse y la prendiera por ambos extremos, ¿Tendría los 15 minutos que necesito? ¡Eso es!! Quemo una de las cuerdas por los dos extremos y a la vez la otra cuerda, pero sólo por un extremo. Cuando la primera cuerda se haya quemado por completo, es decir, cuando las dos llamas se encuentren, habrá trascurrido media hora y la segunda cuerda tendrá aún sin quemar un trozo de media hora. Si en ese instante prendo la cuerda restante por el otro extremo, las dos llamas se juntarán después de un cuarto de hora. ¡Y en total habrán transcurrido los 45 minutos!

Entonces Sandra enmudeció y en su cabeza, un torrente de ideas empezaron a tomar forma. En ese instante se dio cuenta que Jorge no iba a soltarla con vida. No podía soltarla. Ella conocía su cara, su nombre...Miró fijamente a la cámara y dijo:

-Esa es la respuesta correcta ¿verdad? Pero me temo que aunque lo sea, nunca vas a dejar que me vaya. ¿Sabes? Creo que no voy a iniciar este estúpido juego. Es más, te desafío. Yo he resuelto tus cinco pruebas. ¿Podrías tu resolver una mía?

Tras un silencio interminable, la puerta final se abrió y tras ella apareció Jorge aplaudiendo.

-Bien , bien, bien...chica lista. Tienes razón, aunque la puerta se hubiese abierto, tras ella te estaba esperando yo. No puedo dejarte con vida.¿Dime en qué consiste tu prueba? Tengo auténtica curiosidad.

-Si me facilitas una cadena y un candado te lo enseño.

-Sin problemas. Dijo Jorge saliendo momentáneamente del habitáculo en busca del material.

Cuando regresó, Sandra procedió a su explicación.

-Voy a atarte con esa cadena de un tobillo a la tubería de enfrente y dejaré la llave sobre la cómoda. Para que no pueda atacarte y como parte de la solución al enigma, dejaré en tu poder el cuchillo. Existe una forma de sacarte la cadena sin tener que abrirla. Mientras tu buscas la solución, yo resolveré tu enigma. Si consigues soltarte antes de que lo resuelva, me matarás pero sino, huiré y tu permanecerás atado.

Jorge valoró por un instante el tema.

-¿No pretenderás jugármela? ¿Cómo sé que existe realmente una forma de sacarme la cadena?
-¿Cómo sé que al pulsar el botón de la puerta esta se abrirá?,¿Cómo sé que no va a darme una descarga letal?
- ¡Touché!
-Bien, prometo que si gano, antes de irme, te daré la solución.
-Trato hecho.

Sandra procedió a atar a Jorge y empezó a quemar las cuerdas. Jorge trató por todos los medios de soltarse. Trató de forzar el candado con el cuchillo, de derribar la tubería a patadas pero nada parecía funcionar. Cuando los 45 minutos hubieron pasado, Sandra corrió a la puerta y accionó el pulsador. La puerta se abrió y tras ella, Sandra pudo ver la salida al exterior. Entonces, giró por un instante la cabeza, miró a Jorge y dijo:

-Lo prometido es deuda. Creías que la tubería cedería con facilidad ¿no? Antes de proponerte el trato me cercioré de que estaba forrada de hierro. La forma de soltarte de todas formas es fácil. Sólo tienes que cortarte el tobillo con el cuchillo. Sino lo haces...¿Cuántos días crees que puede sobrevivir una persona sin comida ni bebida?

Sin darle tiempo a responder Sandra salió corriendo de allí.

Cuando la policía llegó a la zona halló el cuerpo mutilado y desangrado de Jorge. Junto a él tan sólo había una nota que decía.

GAME OVER

lunes, 1 de marzo de 2010

el juego de la muerte parte 4


-¿Es esa tu respuesta?

-Sí. Contestó Sandra con la voz entrecortada, completamente abatida y dándose por derrotada.

-Bien, bien...antes que nada te daré la respuesta correcta. No es más que una secuencia cíclica y de hecho existen varias soluciones. Te daré una de ellas:

A = 263157894736842105

B = 526315789473684210

No era tan complicado. ¿No crees?, ¿O sí lo era? Jajajajjajaj. Y ahora, ya sabes lo que te toca.

Sandra tomó con la mano izquierda el cuchillo de la cómoda mientras que, esperando al apagón, sostenía entre la cómoda y su cuerpo, el dedo amputado con su mano derecha. En cuestión de segundos la luz se apagó y Sandra colocó el dedo estratégicamente entre los suyos escondiendo, en dirección a la palma de su mano, su dedo medio. Tomó el cuchillo y empezó a llorar pidiendo clemencia. Debía convencerle de que lo que iba a hacer era real, sino no serviría de nada. Rogó, lloró, fingió un ataque de ansiedad y, cuando su captor amenazó con bajar y matarla, llevó a cabo su magistral actuación. Levantó el cuchillo lo colocó sobre el dedo medio y con gesto de fuerza, angustia y un dolor inmenso, cercenó el ya amputado dedo, dejándolo caer al suelo, no sin realizar un corte superficial sobre su propia mano. Necesitaba que sangrase para que pareciese real. Luego, tras un grito desgarrado y, siguiendo con su magistral actuación, se dejó caer al suelo fingiendo un desvanecimiento.
Dejó pasar cerca de media hora y luego, haciendo ver que volvía en sí, empezó a emitir sonido guturales de dolor. Tomó su mano derecha de forma discreta sosteniéndola con la izquierda e impregnado su ropa de sangre.

-¿Y ahora qué maldito hijo de puta?

-Bienvenida a la última prueba.

La última puerta se abrió y tras de si otra puerta al lado de la cual había un extraño pulsador. Sandra tomó el nuevo papel

Estas encerrado en una habitación que tiene una puerta y un pulsador. Tienes también dos cuerdas y un mechero. Cada una de las cuerdas tarda 1 hora en quemarse por completo. Ambas tienen grosor y longitud distintas y además no son uniformes; pueden tener zonas donde son más gruesas y otras zonas donde son más delgadas. Es decir, que se hayan quemado a la mitad no indica que haya transcurrido media hora.

En cuanto enciendas el mechero por primera vez se activará un temporizador que hará que accionando el pulsador se pueda abrir la puerta exactamente 45 minutos después y quedes libre.

En cualquier otro instante que lo acciones tendrás una muerte segura....

¡¡¡QUE EMPIECE EL JUEGO !!!